BAÑO: ventana abierta y sin calefactor a la vista. Ayer me
duché con la ventana abierta no fuese a ser que la mujer me dijese que no se
podía cerrar (como hizo la de Brighton, que tenía un cartel bien grande pegado
en la ventana prohibiendo cerrarla; aunque lo de aquella mujer era descomunal,
yo podía pasar sin tener que hacer contorsiones por la abertura, esta solo
tiene una rendija), pasé tal frío que hoy he cerrado la ventana y he puesto las
camisetas encima del radiador ya que estaba ligeramente encendido (hago constar
que puso la calefacción por primera vez ayer por la tarde desde mayo-junio).Tirar
de la cadena precisa de todo un máster; si tiras demasiado deprisa no sale
agua, si empujas la manivela demasiado tiempo se queda atascada; tampoco es que esto sea nada nuevo, ya que tanto en Brighton como en Dublín tuve problemas similares.
PUERTAS: INTERIORES, yo que siempre me he quejado cuando en
otras casas las puertas de las habitaciones estaban cerradas, ahora me pregunto
por qué está mujer no tiene esa maldita manía. Al menos así se mantendría algo
más calentitas las habitaciones. Hablando de calentitas, ayer abrí la ventana para
que la habitación se airease un poco, ¿en qué momento tuve semejante idea? Mira que ayer hacía
bastante sol para lo que suele ser por aquí y la habitación no se calentó en
tooooodo el día. Por supuesto, hoy no he abierto la ventana.
EXTERIORES: mi casera tiene instalada una alarma antirrobo,
pues bien, cada vez que entras, sales, se queda sola la casa, viene alguien y
ya no está vacía, se acuesta la última, se levanta la primera tenemos que
configurar la alarma para que no nos salte. Si esto te lo van explicando poco a
poco, no será tan complicado, me imagino, pero cuando te dicen las distintas
configuraciones una detrás de otra te quedas con cara de póquer, como me quedé
yo. A esto, añade que para poder girar
la llave y abrir y cerrar el cerrojo, hay que levantar el picaporte.
CIUDAD: estilo british
pero a lo austero. Si quitásemos todo lo que tiene que ver con la
electricidad, es decir, los coches y las luces se sustituyen por antorchas, te
imaginas perfectamtente cómo debía de lucir la ciudad hace 400 años.
Mucho asiático, tanto en la ciudad como en la universidad.
No me atrevo a especificar más su origen. En la universidad, de todos los
estudiantes que vi , el más joven debía de sacarme unos 4 años.
TIEMPO: ayer tuve más sol que en todo el tiempo que estuve
en Brighton (4 semanas). También tuve más viento del que tuve aquella vez. Hoy, el cielo es plomizo plomizo, casi todo
homogéneo y con pinta de que las nubes son compactas y gruesas. Resumiendo, goodbye sunshine!
Martes, 28 de agosto
Por la mañana Ms R, mi casera, me llevó a la universidad y me
estuvo enseñando dónde están las paradas del 44 y del 44A (para ir into town) y del 45 (para ir a la
universidad); también me dijo cómo llegar hasta allí caminando. Además me dijo
el camino que tenía que seguir desde las paradas hasta la casa y dónde estaba
el Tesco, un supermercado, y cómo llegar, finalmente me dejó en la universidad
a mi suerte. Problemas: 1) primero llevamos a la vecina de enfrente a algún
lugar por aquí, pero al llevarla dimos más vueltas de las ya necesarias en sí,
2) todas las casas son iguales, 3) creía que me había dejado el móvil en casa,
pero sí sabía que había cogido los folletos de las líneas de autobús, todo el
dinero en euros que tenía (no sé para qué, la verdad) y todo el dinero en
libras que he traído (mucho mucho muchísimo dinero). Se me hundió el mundo
pensando que si tenía que llamar a la mujer porque estaba perdida no tenía
cómo; a todo esto, no vi en todo el día una cabina telefónica. Afortunadamente,
luego en el autobús me puse a ordenar un poco todos los papeles que llevaba en
el bolso y voilà! ahí estaba. El caso es que en el
rato que me hizo de guía mi estado emocional se encontraba en algún punto entre
la desesperación por lo perdida que estaba y el entusiasmo de estar aquí.
A propósito, también me dejé en casa todos los mapas de
Edimburgo que la mujer me había ido recogiendo, como unos 6, y esos sí que no
los había metido en el bolso sin darme cuenta.
En la universidad me dirigí al main hall y en la recepción dije que era Erasmus, que acababa de
llegar y que no tenía ni idea de qué tenía que hacer. La chica muy amablemente
me respondió que ella tampoco tenía ni idea y me indicó cómo llegar al Students’ service porque allí seguramente
pudiesen ayudarme.
Allí fui, me dijeron que como ya había terminado la
matrícula por internet no tenía que volver hasta la primera reunión. Me dirigía
a la salida cuando me acordé de que no había preguntado ninguna de mis dudas,
así que en recepción cogí un plano de autobuses y volví al Students’ Services, pregunté dos dudas y no me resolvieron ninguna,
aunque sí que me dijeron quién o qué podría resolvérmelas. Al menos…
Otra vez estaba en la puerta de salida cuando me di cuenta
de que no tenía dinero justo para pagar el autobús, y no devuelven cambio. En
la recepción me mandaron al banco a cambiar dinero y allí fui, ¿dónde está la
oficina? Al lado del Students’ Service.
Aclaro que entre la recepción y el Students’
Service debe de haber una distancia más o menos similar a la que hay entre
Sol y Callao. Solo había un inconveniente: faltaban más de 20 minutos para que
abriese el banco. En este estado en el que ya no sabía si llorar o reír fui a
una tienda que había al lado como las de las gasolineras y le pedí al cajero
que por favor me cambiase dinero. Lo hizo. Gracias.
Por fin salí. Estuve paseando un rato alrededor del lago que
hay en el centro del campus y luego fui al Sports
Centre, intenté acortar pero indudablemente acabé yendo por el camino más
largo. La puerta era automática, pero debía de serlo de hace 50 años porque
debió de abrirse a una velocidad algo inferior a metro por hora.
Luego cogí el autobús y me marché al centro. En el autobús
recordé que se me había olvidado preguntar dos cosas: los horarios y qué
edificio es cuál, porque en lugar de llamarlos como en la Autónoma “Facultad de
tal” (que es lo que pone en las asignaturas en la HW también), los llaman por
nombres de personas, y en ningún lugar te aclaran las equivalencias.
Lo segundo aún no lo sé, pero lo de los horarios ya lo tengo
solucionado porque por la noche envié un correo a la coordinadora (otra vez,
esta pobre mujer va a respirar de alivio cuando me marche).
Por el centro estuve dando una vuelta y comprando alguna
cosilla que tengo que comprar (se me olvidó la mitad, así que hoy tengo que
volver) y pasé a ver la Scottish National Gallery y luego estuve sentada un
rato en un banquito mientras comía el lunch en un rato que hacía sol (yo iba
con abrigo y tenía frío, pues la mayoría de edimburgueses iba en manga corta y
estaban tan tranquilos tumbados en el césped, algunos, bueno, unos cuantos,
incluso cuando todo estaba nublado). Una cosa, más bien dos, que me llamarom la
atención fueron que al ir hacia allá, en una calle se ve el Castillo encima de
la colina, aunque alrededor haya más edificios, pero esos no se ven; la otra es
que una de las veces que se nubló, pasó como en las películas que puedes
observar cómo avanza la penumbra.
Supe llegar a casa, eso sí, me pasé de parada y tuve que
volver andando un buen trecho, porque entre mi parada y la siguiente hay un
tramo sin prácticamente casas, así que hay bastante distancia. Y la mujer me
invitó a cenar. Luego estuvimos viendo el Edinburgh Military Tattoo en la página de la BBC porque según mi casera tenía que verlo. Estuvimos en el porche
acristalado que hay en el jardín trasero porque es el único sitio de la casa
donde se estaba bien puesto que el último rato le había dado levemente el sol,
porque llevábamos ahí las dos como una hora y media, porque la cocina está al
lado y salía calor del horno. Aunque cuando le pregunté si podía coger la bata
que me había ofrecido el día anterior la buena mujer encendió un radiador
portátil.
Poco más que añadir aparte de que me costó conectar el
ordenador al wi-fi y, una vez que lo conseguí, la señar llega muy débil a mi
cuarto L
Intentando distintas posiciones a ver si alguna la cogía mejor, acabé tumbada
en el suelo boca abajo. En una de esas vi pasar una araña de como poco 5 cm de
largo entre el ordenador y mi cara; no me dio tiempo a reaccionar, coger la
zapatilla y matarla, me faltaron segundos para lo último. Se escondió detrás
del mueble.
No quería irme a dormir.
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