Lunes, 27 de agosto
Parece que mi sino es salir y llegar al satélite de la T4.
Por supuesto, tuve que correr para coger el tren que lleva desde la terminal
hasta el satélite, y eso después de tener que desarmar todo el burruño que llevaba
por equipaje de mano para ponerlo en 4 bandejas. Después de tan arduo esfuerzo
despegamos un poco tarde porque estábamos esperando a unos pasajeros que venían
de Sevilla y de Mallorca (creo recordar). Desde que subí al avión que me llevó
de Madrid a Londres estuve todo el rato con el jersey puesto porque hacía un
frío que pelaba; además se puede probar porque la británica que llevaba dos
asientos a mi derecha estaba completamente tapada también y muerta de frío.
Debimos de aterrizar en Heathrow sobre las
17.45, es decir, 40 minutos antes del despegue del siguiente vuelo. Muy bien,
pues tuve que cambiar de terminal enseñar el pasaporte dos veces, la tarjeta de
embarque tres, pasar por los arcos de seguridad y por dos controles oculares
para comprobar que de uno a otro no me había sustituido otra persona, y
finalmente correr como una loca y cargada como una mula porque al pasar por los
arcos vi que un panel informaba del
estado de mi vuelo (solo vi Edimburgo a las 18.25, y menos mal que solo estaba
ese porque como me daría cuenta más tarde, el código estaba cambiado): “Gates
closing”. Imaginaos a una extranjera con botas de tacón (no muy alto,
afortunadamente), dos bolsas (una de las cuales no cerraba y que llevaba una
bufanda atada), un cuaderno en la mano y un abrigo en la otra, despeinadísima
corriendo como alma que lleva el diablo (en realidad, lo suficiente para ir más
rápido y no morirme en el camino) por toda la terminal 5 de Heathrow.
Fijaos
cómo iría que uno de los funcionarios que estaba en la puerta de embarque me
dijo “Calm down” y hasta que no conseguí respirar algo más pausadamente no me
dejó pasar :$
Ah por cierto, desde un vuelo al otro casi pierdo el foulard
que llevaba y el abrigo. Menos mal que la gente es maja y me avisó. Todo lleno
de hindúes; de hecho; diría que había más de ellos trabajando allí que
británicos.
En el vuelo hasta Edimburgo íbamos bastantes pocos, y nos
dieron un pequeño tentempié. Menuda idea la mía, pero después de correr y casi
perder el vuelo (detrás de mí no entró nadie más) no se me ocurrió abrir otro
compartimento, que vi un compartimento con una sola mochila, no demasiado
grande, y allí que fui a meter el portátil, el abrigo y la bolsa echando al
fondo la mochila del pobre chico que se sentaba a mi lado. Lo peor fue que yo
intenté tirar de ella para que estuviese más hacia el borde y no llegaba, así
que después el chaval me sacó todo para poder él sacar su mochila, ¡qué
vergüenza pasé!
Aterrizamos un cuarto de hora antes de lo previsto. En el
aeropuerto de Edimburgo (enano, ya que estamos dando detalles) todos los
trabajadores eran británicos, o al menos todos los que vi. Nos dirigimos todos
a la recogida de equipajes y fue allí donde me percaté de que el vuelo tenía un
código distinto del inicial, y yo mirando el panel de las cintas como una
tonta. Como yo había sido la última mi maleta también, naturalmente, así que al
menos fue la primera en salir. He aquí otro problema, ¿dónde estaba la salida?
La alegría de no tener que esperar se esfumó en
décima de segundo. Hice como que me entretenía en colocar la bolsa
encima de la maleta y ya vi a un hombre cerca de mí que había recogido su
maletita y echaba a andar, si eso se puede llamar andar, porque por cada
zancada que él daba yo daba tres; casi vuelvo a correr para no perderlo porque
ya se habían marchado otras dos o tres personas y no veía a nadie más con
intención de moverse.
Por fin salí, ahora tenía que buscar la dropping
off/picking up area, crucé la calle, fui hacia la izquierda, volví, crucé y
como algo me decía que por ahí no era pregunté a un hombre que me indicó la
dirección. Descrucé” la calle, fue a la derecha y volví a cruzar. Encendí el
móvil para llamar a la mujer que me venía a buscar y 1) el móvil tardó como
tres minutos en encenderse, 2) no encontraba ninguna red. Al final casi le “obligué”
a conectarse a O2.
Pues ahí estaba yo esperando en el párking, veo un taxi muy
bonito llegar con la bandera escocesa a modo de decoración y como quería
hacerle una foto, saco la cámara pero desde el ángulo en el que estaba situada
no se veía nada. Mientras esperaba a que se moviese tuve la mala suerte de que
llegó la mujer y mientras metíamos la maleta en el maletero el taxi se marchó.
Huelga decir que me quedé sin foto.
Me trajo la mujer a casa, la hermana de mi casera, y cada
vez que monto en coche en un país de estos lares estoy más segura de que esto
es un peligro. No porque conduzcan por el otro lado, sino porque en las
plazoletas dejan medio coche fuera, no ponen intermitente para cambiarse de
carril, dan acelerones y frenazos bruscos… en fin, ¡todo un espectáculo!
Laura, por favor dime que los tres tomos que hay debajo del Cambridge, del Herber y la carpeta no son lo que creo que son!! No me extraña que fueras cargada... Yo tengo el diccionario de árabe escondido en un lugar oscuro con la esperanza de que ya nunca vuelva a ver la luz del sol.
ReplyDeletePor cierto eso de llamarme V me ha gustado, muy a lo Gossip Girl jaja
Qué vista, Vaiolet!! Sí, son lo que crees que son.
ReplyDeleteA qué mola? :D Te llamaré así de ahora en adelante, entonces.