Como hoy el cielo estaba medianamente despejado, he decidido volver a Arthur's Seat y subir, esta vez sí, hasta arriba del todo. Dicen que a la tercera va la vencida y, en este caso se ha cumplido; intenté subir por primera vez con mis padres pero fue imposible por la niebla que había, volví a intentarlo el viernes después de clase pero con el anochecer a estas horas tan tempranas y sin saber el camino no me dio tiempo.
Pues nada, hacia allí que me he encaminado, con la misma impresión de ayer: en cuanto salgas un pelín tarde de casa (pongamos, las 11h de la mañana, ejem tarde ejem) ya te parece que has perdido la mitad del día. Pero bueno, allí he ido y sin saber muy bien qué sendero tenía que coger, al final me he decidido por el más transitado (era correcto, afortunadamente). Si la subida ha sido ardua, la bajada más. En realidad, ha sido más sencilla, empero, más catastrófica. He encontrado un camino con la parte peligrosa más corta. Resumen de la caminata: me he escurrido más que en el resto de mi vida y si en la subida he conseguido mantenerme en pie en todo momento, en la bajada me he caído dos veces. ¡La segunda estaba tan cerca del final! En esa caída he ido a parar a un barrizal por lo que he terminado con las manos, las mangas del abrigo hasta el codo, la parte del culo y la mochila (blanca) llenas de barro asqueroso.
Los cisnes, que se acercaban como buitres a los humanos para que les diesen de comer. |
Palace of Hollyroodhouse con la abadía (o sus ruinas) a la derecha. |
Lo bueno es que, como recompensa por tanto sufrimiento, me he preparado un pequeña comidita con chocolate caliente:
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