Tuesday, 18 September 2012

Laaaaaaaargo fin de semana


Mi casera es toda una especie en sí misma. Cierto es que ya tiene una edad, pero aun así… Tengo eminentemente dos motivos para decir eso, aunque en realidad están estrechamente relacionados. Uno es que va dejando las cosas que saca en medio de todas partes; como consecuencia, cuando llego por la noche me voy chocando con todo lo habido y por haber. Dos, te puedes encontrar las cartas del banco hasta en el baño, pastillas medicinales y similares a las del lavavajillas (aún no he descubierto para qué son) en el cajón de la cubertería... Miedo me da.

Recuerdo que cuando fui a Brighton la gente era bastante seca. Aquí, en cambio, son todo hospitalidad. El primer día que fui al piso de Drea y Mo, tuve que preguntar por el camino y la pareja no solo me lo indicó, sino que lo buscaron en el móvil porque no lo sabían y me acompañaron hasta la misma puerta. Siempre que pides ayuda te tratan con la máxima amabilidad y sin impaciencia visible. Así sí.

Qué complicado resulta hablar en inglés cuando la mayoría de los que no son españoles han aprendido castellano en algún momento de su vida o lo están estudiando ahora y quieren practicar :( Por lo que, ¿cómo son las conversaciones? Ellos hablan en español y yo en inglés.

Viernes, 14 de septiembre
Todavía no sé programar la alarma. De hecho, el domingo (16 de septiembre) la mujer me volverá a decir que no la puse por la noche. Bah, si por aquí no viene nadie, ¿quién va a robar?
Por la noche Annina nos invitó a tomar algo en su casa para enseñárnosla. Estaba muy ilusionada por mostrárnosla y por, finalmente, poder dormir en su cama. La verdad es que está muy bien, es acogedor y muy luminoso. Un amigo de su compañera de piso había preparado un apple crumble, también había dos tipos de helado: el choco-mint y otro de chocolate, vainilla y una suerte de sirope de chocolate. La bebida la llevábamos nosotros; yo me compré una Schweppes que no pienso volver a comprar en mi vida, cierto es que en la botella dice “bitter lima”, pero eso sabe como tónica pura y dura.

Sábado, 15 de septiembre
Drea, Mo, su compañero de piso y yo hemos ido a Stirling, un pueblo a unos 50 minutos en tren desde Edimburgo. Tiene un castillo, una abadía y un monumento a William Wallace, una torre que desde fuera no parece tan alta pero cuando estás subiendo los escalones es interminable. Arriba hacía un viento tremendo, pero las vistas eran increíbles. Si no hubiese habido ninguna nube en el cielo, habríamos podido ver Arthur’s Seat, una peñón en medio de Edimburgo y al que iré el fin de semana que viene con la Erasmus Society. Sin embargo, solo podíamos  adivinar la silueta.
A la vuelta en el tren volvíamos los cuatro durmiéndonos. Mientras esperaba para coger el autobús de vuelta a casa, he estado viendo a unos grupos de músico ensayar para alguna actuación.
















Por la noche fui a comprar una pizza en el Domino's para cenar porque tenía una oferta que acababa al día siguiente. Bien, pues como aquí siempre que digo mi nombre me llaman "Looora" decidí pronunciarlo igual; ¿y cómo escribieron mi nombre? Tal cual, "Lora", no me lo podía creer. A partir de ahora voy a pronunciarlo como a mí me dé la gana y allá se las apañen los demás.

 

Domingo, 16 de septiembre
Tras unas dos horas de un sol espléndido, ha caído el chaparrón del año y ya no ha parado prácticamente de caer chirimiri. Hemos visto la Olympic’s Parade. Decepcionante. Aparte de ir retrasados, solo venían los atletas edimburgueses (bueno, eso ya lo suponía) pero sin séquito ni nada. Han pasado en dos minutos, a lo sumo. No había mucha gente, y aquí no son tan ruidosos con Madrid ni de lejos; donde esté la algarabía española… Por la tarde, como hacía tanto frío nos hemos ido al cine a ver Anna Karenina; la puesta en escena es maravillosa y muy muy original. Pero como adaptación no es tan brillante, se han centrado más en la historia de amor entre Anna y Vronsky (me lo imaginé más hombre, más apuesto, más… distinto) y toda la reflexión de Kostia, el proceso de desesperación de Anna, la incertidumbre de Karenin, la evolución de Kitty, el dolor de Dolly… todo eso no aparecía. De hecho, para alguien que no se haya leído el libro, el transcurso de los acontecimientos es probablemente un caos y no llegue a establecer las relaciones entre los personajes. En cambio, si ya sabes de qué va y los huecos los puedes ir rellenando, la adaptación es bastante brillante.


Por la noche hemos estado jugando a 13 Dead End Drive, o lo que es lo mismo, La herencia de tía Ágata. Qué tiempos me ha recordado, me ha hecho mucha ilusión volver a jugar.

Lunes, 17 de septiembre
Hoy es festivo, por lo que no tenemos clase. Pero como los comercios y demás si están abiertos, he ido al Jardín Botánico; porque el plan de ir a Ikea con Annina no ha llegado a ningún puerto. Por la tarde, Drea; nunca imaginé que fuese a hablar tanto con ella.

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