Thursday, 6 September 2012

Miércoles, 5 de septiembre


Lo cierto es que una vez que llevas en un lugar cierto tiempo, sobre todo si no es de vacaciones, como que te vas haciendo a él. Este hecho es observable, en mi caso, en sucesos como que ya opines que 15⁰C nublados y con viento sea un día “agradable” y te pasees por el campus sin abrigo; o que cuando llueve te subes la capucha en lugar de protegerte bajo un paraguas. También en que a las 23h de la noche tengas un sueño que no te tengas en pie. No pienso añadir el volver a casa cuando se pone el sol (es un poco exagerado, pero entendamos por esta comparación el coger el último autobús y llegar a casa poco después de las 0.00) porque esta acción surge más de la necesidad (no hay más autobuses hasta más tarde de las 5h de la madrugada) que de un verdadero deseo por regresar. Se nota en que ya cruces la calle por cualquier sitio menos el paso de peatones y a veces, incluso, en un acto casi kamikaze. No obstante, sigues siendo un foráneo, ¿y en qué se refleja eso? En que seas completamente incapaz de mantener el equilibrio en los double-decker (los autobuses de dos pisos) ya sea arriba o abajo; o en que las ramas de los árboles y de los arbustos te ataquen, bien en el autobús (y menudo ruido hacen) bien caminando y no continúes impasible; en que dé igual cuánto te hayas peinado antes de salir de casa que solo llevas 30 segundos en la calle y parece que ha pasado un huracán por tu cabeza; o simplemente en que comas a hora española, o mejor dicho, más tarde de hora española. ¿Cómo es eso? Puesto que la incompatibilidad de horarios es prácticamente palpable, se puede comprobar fehacientemente que los españoles prefieren comer a las 17h de la tarde en lugar de comer el lunch. ¡Vamos, antes muertos! Bueno, hay que admitir que desayunar a las 9-10h y volver a tomar algo a las 12h pues como que no.

Como dice normalmente alguien sabio que yo me sé, aunque sea como referencia a un chiste, hay que salir y conocer mundo. Si no, ¿cómo iba a haber bailado Cèilidh, bebido una pinta de cerveza (Carlsberg que es más o menos suave), o de sidra (de manzana), probado la sidra de pera, o corrido ya varias veces los 500 metros lisos para coger el autobús?

El día de hoy ha sido algo intenso:
Por la mañana hemos escogido las asignaturas (y menudo estrés), después de tener que mirar los horarios de ayer por la tarde para hoy a primera hora de la mañana en una página donde NO aparecían. Posteriormente, teníamos que ir a recoger nuestro carné de estudiante. La misma persona sabia de antes opina que España es un país tercermundista. Honestamente, repito que en todas partes cuecen habas. En esta sala donde se recogía el carné había dos colas, una para los que ya habían subido la foto y otra para los que no. Yo ya la había subido, pero resulta que ha debido de haber algún fallo en el sistema y mi carné no había salido, así que me han mandado a la otra cola (afortunadamente estaba al lado y no he tenido que volver a esperar cola, ya que esta era muuuuuucho más larga) donde tenías que sentarte y que te hiciesen una foto y todo el lío. Pues el chico que me ha tocado me pide alguna documentación y me dice: “Si ya estás”. Yo: “Ya, pero he ido a la otra cola y me han mandado aquí porque han dicho que no estaba el carné”. Él: “Bueno, sí, a veces se produce algún error (ja, a la chica que venía conmigo le ha pasado lo mismo). Siéntate y te hago otra foto”. Ahí que me he sentado, y cuando recojo el carné ¿qué veo? La foto que subí. Sí, la que subí. No la que se supone que me acababa de hacer él. Después por fin hemos conseguido que nos firmen el certificado de llegada, tras preguntar en cuatro sitios distintos (nos mandaban de un sitio para otro) también en días distintos. Al menos nos van a hacer el favor de enviar ellos mismos, es decir, la propia universidad, una copia del certificado.
Hoy también hemos ido a una feria que organizaba the Union, un grupo de la universidad, para presentar las distintas asociaciones que existen. Aquello parecía AULA: todo el mundo cogiendo caramelos, chocolatinas, pizza (¡PIZZA!), papeles y demás objetos publicitarios sin mirar qué era exactamente. Para qué mentir, yo también lo he hecho en algunos stands. El asunto es que ahí había tanta gente que se debía de avanzar, si avanzabas, a unos 2m/h.
Finalmente, por la noche, hemos ido a bailar Cèilidh, el baile típico escocés, a un pub irlandés. Ha sido muy divertido; me ha recordado a la escena de Orgullo y Prejuicio en la que el Sr. Darcy y los Bingleys efectúasn su primera aparición en la historia, que están en un salón de baile provincial (por no decir “pueblerino”) todos bien apretaditos bailando una música muy folclórica.


¡NOTICIA! Acabo de ver a mi inquilino, todavía sigue siendo más rápido que yo :’(

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