Friday, 28 September 2012

Mudanza

Lunes, 24 de septiembre.

Hoy ha sido un día très long.

Para los que no lo sepáis, he dejado la casa en la que estaba y, mientras encuentro otro alojamiento, he dado con mis huesos en un albergue: el Castle Rock.

EMPECEMOS:

Se ve que en este momento la suerte no está de mi parte. Primera razón: después de tres días con un sol maravilloso, hoy, hoy que yo tenía que trasladar todo el equipaje que traje más las cosas que he comprado aquí, ha llovido a intervalosdurante todo el día, justamente cuando yo estaba en la calle ha sido cuando caía principalmente, y ha habido viento. Lo único que he sacado de este hecho es la razón por la que ningún escocés utiliza paraguas. Ni que sea muy difícil, de todas formas: con el paraguas te mojas más. Lo explico un poco más abajo, al igual que el resto de las razones.

Los lunes es el día que más horas de clase. No obstante, no me quejo, ya que no soy la que más tiene.
Después de clase he ido a casa a por la primera tanda de equipaje, puesto que he decidido hacer la mudanza en dos viajes. Bien, pues heme aquí peleándome con las escaleras, la puerta de la casa, la puerta interior, las otras dos bolsas que llevaba y el abrigo, cuando llaman al timbre. Estaba yo sola en casa, y se me veía a través del panel translúcido que hay al lado de la puerta, por lo que no podía no abrir.
Abro y hay tres chicas una, una de ellas me ha dicho que vivía ahí, así, sin más. Por supuesto, la he mirado con cara de circunstancia. Al final he deducido que era la chica de Omán que debería haber sido mi compañera. Iba acompañada de dos amigas. En esas, regresa la mujer y se encuentra con el panorama: yo en la puerta de la casa con la maleta en la calle, la otra chica también en la entrada y, detrás de ella, las dos amigas. Estas han salido zumbando en cuanto han visto la casera.

Consigo marcharme y coger el autobús. Como veía que subir la maleta a la plataforma del autobús para dejarla ahí, me he sentado en el asiento que da al área para minusválidos. Por supuesto, ya solo me habría faltado que, a pesar de no haber visto a un solo minusválido desde que vine, uno hubiese subido justamente ahora. Empero, no he tenido "tanta" mala suerte. Solo ha subido una mujer con el carrito de la compra ( carrito al que, por cierto, se le caía una rueda) y se ha ido a sentar en el asiento de en frente para poder sujetar también el carrito.

Una vez que he bajado del autobús tenía que subir toda la cuesta hasta Old Town; si normalmente lleva, digamos, entre 5-10 minutos, yo hoy he debido de tardar entre 15 y 20. Lloviendo. Además he comprobado cómo aumenta la fuerza de la gravedad (y ya que estamos, la de la inercia) con una maleta llena subiendo una graaan cuesta. Pero bueno, finalmente he llegado. Me temblaban tanto los brazos cuando he llegado que he tenido que esperar un poco para poder escribir en el registro.

 

Me han colocado en la habitación Mr. Men, y me han dado la cama Mr. Happy; porque aquí cada habitación tiene un nombre y cada cama en la habitación un nombre relacionado con el primero. Por ejemplo, hay una habitación que son las divisas, y en ella encuentras la libra, el yen, etc.; otra es la ropa interior y así. He subido a mi habitación y la he buscado, he dado una vuelta por toda la parte derecha de la planta (afortunadamente no muy grande) para acabar donde había empezado: en las escaleras. Al final la he encontrado y, ¡oh casualidades de la vida! la habitación se encuentra casi en frente de las escaleras. En fin...


Luego he vuelto a la casa a por el resto de las cosas. Cuando llegaba, he visto a la mujer marcharse y, teniendo en cuenta que si hubiese estirado el brazo habría podido tocar el coche, no me lo podía creer. Por fortuna, ha vuelto al poco rato y no he tenido que esperar demasiado para devolverle las llaves; porque esa es otra, la omaní ha dicho que se iba a dormir y ha dado igual que golpease la puerta, ella no ha salido a ver qué quería ni nada.

Vuelvo a coger el autobús y resulta que solo hacía parte del trayecto porque se iba a encerrar. A mí había un parte que no me sonaba y un giro no me cuadraba, pero como era ya de noche y los cristales estaban empañados, no se veía un pimiento así que tampoco podía decir. Naturalmente, estaba en lo cierto. Por tanto, me he tenido que bajar e ir a buscar otro, pero la parada más cercana no tenía banco para apoyar las bolsas, y en el suelo mojado no tenía ni la más remota intención de dejarlas, de modo que he caminado hasta la siguiente parada y ahí he esperado.

Cuando me he bajado de este segundo autobús ha sido cuando me he mojado más que en el resto de mi vida, básicamente debido al agua que me caía ya de por sí y al agua que me caía de forcejear contra el paraguas; ah, con la de veces que se me ha dado la vuelta, las varillas ya tienen más flexibilidad que la plastilina. Además, cuando pasaba al lado de la National Gallery, me he cruzado con una que iba cantando a grito pelado; si al menos hubiese cantado bien... (Se ve que aquí eso de cantar les va mucho; el primer día que salí por la noche, mientras esperábamos a que viniese todo el mundo en frente del Princes Mall, había un chico borracho, todo hay que decirlo, dando todo un espectáculo de cante y baile en medio de la calle; si no estuvo por lo menos 20 minutos no estuvo nada).

Bueno, ya me he podido aposentar y he ido a casa de Drea y Mo a dejar los diccionarios y a coger una toalla de secado súper rápido. Además, me han dado de cenar (¡gracias!), porque a las 22h aquí ya pocos sitios hay para hacer la compra.

Desde la habitación que me han proporcionado se ve una vista preciosa, con el George Heriot School dominando el horizonte. No puedo opinar todavía sobre el hostal; los baños no están tan limpios como me había imaginado y en mi cuarto hay una mujer que ronca ligeramente, a eso hay que añadir que a cierta hora se apaga la luz de la habitación (aunque también es normal). En cualquier caso, está todo bastante limpio y ordenado, no hace frío, los recepcionistas son muy majos y la localización ha mejorado a pasos agigantados. Sin embargo, no me veo aquí demasiado tiempo.
¡A ver si encuentro pronto una casa!


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